Escrito por J. Douglas Willms, Presidente de The Learning Bar Inc.
En el Día Mundial de los Docentes se presenta en este blog un marco de evaluación denominado Prosperidad Educativa, el cual puede utilizarse para hacer un seguimiento del éxito de los profesores, las familias, las comunidades y las instituciones públicas con respecto al desarrollo de las habilidades cognitivas de los niños y su bienestar social, emocional, físico y espiritual.
Como presidente de la Academia Internacional de Educación, a menudo me invitan a compartir ideas sobre las reformas escolares. Durante un viaje reciente a América Latina, me encontré en medio de una discusión enfocada en cómo implementar mejoras dentro de las aulas como una forma de incrementar las puntuaciones de PISA. La conversación fue reveladora porque los legisladores que se encontraban en esa sala, al igual que muchos otros en todo el mundo, tenían las mejores intenciones pero estaban atrapados en un modelo que les hacía buscar en los sitios equivocados.
Tal como le dije al grupo, las bases del aprendizaje se establecen años antes de que los estudiantes presenten el examen PISA, o incluso antes de que entren a un aula. En un país que sufre desnutrición materno e infantil, donde se celebró esa reunión en particular, comprender las formas en que los logros en materia de educación están interconectados y son acumulativos, es esencial para introducir cambios en las políticas que garanticen la prosperidad de nuestros hijos.
Estas interacciones constituyen la base de mi nuevo trabajo publicado por el Instituto de Estadística de la UNESCO (IEU), “Las brechas de aprendizaje: uso de datos para formular la política educativa”. A medida que la comunidad educativa internacional se prepara para la próxima reunión de la Alianza Mundial para la Evaluación del Aprendizaje (GAML), la cual se celebrará el 17 y 18 de octubre en Hamburgo, es fundamental comprender la interconexión de los procesos de aprendizaje en los niños para medir el progreso hacia las metas clave del SDG 4.
Comprender y utilizar los datos con el fin de informar sobre las políticas
A pesar de que hemos hecho nuestros mejores intentos, las habilidades de lectura de los estudiantes no han mejorado en los últimos quince años, y si queremos avanzar y hacer progresos reales, necesitamos una mejor manera de comprender los datos con el fin de fundamentar las políticas. De hecho, antes de que se efectúe la reunión de GAML, necesitamos abogar por un marco integral y holístico, al cual yo llamo “prosperidad educativa”, que reconozca la importancia de las bases para lograr un aprendizaje exitoso. Nuestro marco de trabajo necesita adoptar cada vez más un enfoque de ciclo vital que considere el impacto de varios procesos, desde la concepción hasta la adolescencia tardía, y necesitamos utilizar estos datos para elaborar políticas más eficaces.
Los enfoques tradicionales para medir el progreso de la educación han demostrado ser insuficientes y no logran captar un matiz crítico: observar los resultados de los exámenes de los estudiantes de 15 años de edad, o incluso de los estudiantes de 10 años, es engañoso. Muchos de los marcos existentes han inducido a un error a los legisladores durante décadas, porque ellos ignoran el resultado acumulativo de una serie de factores que afectan el desarrollo de los niños. Como dirían los investigadores, estamos utilizando los resultados de las pruebas para realizar afirmaciones causales y, aunque la evaluación es crítica, solo captan la realidad de un momento específico en el tiempo en vez de captar los factores acumulativos y esenciales que condujeron a ella. Los resultados de una lectura deficiente en cuarto grado, por ejemplo, a menudo son el resultado de proporcionar un escaso apoyo en las bases de la alfabetización durante los primeros años, y por lo tanto serían el indicio de una política de desarrollo equivocada en la primera infancia o de un apoyo familiar insuficiente, y no necesariamente de una política escolar, de una infraestructura deficiente o de una baja calidad en la enseñanza.
Un enfoque alternativo a través del marco de prosperidad educativa
El marco de “prosperidad educativa” que se presentó en los nuevos documentos del IEU ofrece una alternativa importante que puede utilizar los datos de monitoreo existentes para hacer un seguimiento del éxito de las familias, las comunidades y las instituciones públicas con respecto al desarrollo de las capacidades cognitivas de los niños, así como de su bienestar social, emocional, físico y espiritual. El marco proporciona una comprensión multidimensional del desarrollo en cada etapa, en el que se analiza el papel de las familias, las instituciones y las comunidades. Estos “Fundamentos para el éxito”, que impulsan los resultados a lo largo de seis etapas de desarrollo, proporcionan una importante visualización de las formas en que el éxito puede ser acumulativo y no lineal.
Por ejemplo, los resultados de prosperidad para los niños en los primeros años de la escuela primaria pueden incluir la alfabetización y la aritmética elemental, pero el éxito no depende únicamente de factores institucionales como la calidad de la enseñanza y la disponibilidad de materiales didácticos adecuados. Más bien, el marco funciona bajo la comprensión de que el éxito también está basado en factores familiares como las aptitudes para la crianza de los hijos y la participación de la familia, así como en factores comunitarios como los recursos adecuados y el patrimonio social. El marco de trabajo utiliza una visión más amplia para comprender los resultados de los estudiantes, reconociendo la realidad de que los factores y las aportaciones de la escuela por sí solos no son los únicos fundamentos para los logros estudiantiles.
Enfoque en la lectura temprana
El marco de prosperidad educativa se basa en tres premisas interconectadas. La primera es que la lectura temprana debe ser el enfoque principal de los sistemas de monitoreo educativo. La razón es simple: la alfabetización es un requisito previo para el éxito posterior en los niveles secundario inferior y superior, y proporciona el andamio para el desarrollo de muchas otras aptitudes, como la aritmética elemental, la resolución de problemas y los conocimientos socioemocionales. De hecho, una falta de desarrollo sólido de habilidades durante los primeros años aumenta el riesgo del fracaso escolar.
En segundo lugar, para captar mejor los “efectos escolares”, podemos construir un sistema de monitoreo informativo de la educación, en el que se incorporen los hallazgos de más de veinte años de investigación sobre los factores causales que nos guían a lograr mejores resultados estudiantiles.
En tercer lugar, los resultados de los estudios internacionales deben ir acompañados de estudios nacionales y de pequeños estudios experimentales controlados, los cuales pueden proporcionar información a los administradores de la educación, con el fin de establecer objetivos alcanzables, asignar recursos y crear políticas de cambio. No necesitamos seguir recopilando datos sobre cosas que ya sabemos y, en vez de ello, deberíamos centrarnos en las pruebas a pequeña escala sobre la reforma y los estudios que se centran en un pequeño número de factores. Tenemos que medirlos con mayor detalle y seguirlos longitudinalmente.
Para ser más específico, no estoy pidiendo el abandono de los estudios internacionales a gran escala. Gran parte de mi investigación se basa en los datos de PISA, los cuales han desempeñado un papel fundamental para ayudar a los países a comprender qué tan bien se desempeñan sus estudiantes en comparación con los de otros países, a la vez que generan la voluntad política de invertir en educación. Pero es hora de ver más allá de los estudios internacionales y considerar formas adicionales de medir y guiar nuestras políticas educativas.
A medida que los países decidan unirse a las evaluaciones comparativas entre países o sigan desarrollando las suyas, tengo la esperanza de que el marco de la “prosperidad educativa” sea una guía esencial para cada país, y para la comunidad mundial en general, al momento de elaborar estrategias eficaces que promuevan las oportunidades educativas para todos los niños.