Escrito por: J. Douglas Willms, Presidente de The Learning Bar Inc.
El marco de prosperidad educativa que presenté recientemente en un blog proporciona una estructura esencial para comprender las maneras holísticas y acumulativas en que los niños se desarrollan, aprenden y prosperan. Los beneficios del marco difícilmente son teóricos: Proporcionan una guía importante y práctica sobre las formas en que los datos de seguimiento pueden y deberían utilizarse para crear políticas más inteligentes y efectivas que ayuden a prosperar a los jóvenes.
Es hora de replantear nuestro modelo de política actual, sin buscar otra razón más que el estancamiento poco impresionante de las puntuaciones globales en lectura durante los últimos 15 años. El marco de la prosperidad educativa aboga por la confianza en los datos de seguimiento, así como por una recopilación frecuente y temprana de indicadores. Estos pueden utilizarse para orientar las políticas a nivel local y nacional que nos acerquen a la meta global de la educación (SDG 4). Necesitamos alejarnos de un modelo de causa y efecto que intenta atribuir los resultados a una intervención específica y, en vez de ello, reconocer que varios eventos no lineales conducen al cambio. Mientras los profesionales de la educación de todo el mundo se reúnen la próxima semana en Hamburgo para celebrar la Alianza Mundial para la Evaluación del Aprendizaje (GAML), es esencial centrarse en el vínculo que existe entre el uso inteligente de los datos y las políticas que ofrecen una oportunidad para todos.
La semana pasada, nos enfocamos en la naturaleza acumulativa del aprendizaje y en las formas en que la familia, la comunidad y los factores institucionales proporcionan una base para el éxito. Describí con detalle el marco de trabajo en “Las brechas de aprendizaje: uso de datos para formular la política educativa”, publicado por el Instituto de Estadística de la UNESCO (IEU). En este blog, examinaremos de cerca cómo puede utilizarse el marco de la prosperidad educativa para la política educativa, con una profunda comprensión sobre cuáles determinantes, como la pobreza, el género y la geografía, son una parte esencial del rompecabezas. Al utilizar datos granulares sobre estos factores, podemos hacer mejores preguntas y centrarnos en las poblaciones vulnerables y rezagadas. En cada etapa, debemos centrarnos en los indicadores críticos para fortalecer las bases del aprendizaje de cada niño.
Cómo entender mejor el desempeño de los estudiantes
Para garantizar el apoyo a los más vulnerables, el modelo de prosperidad educativa hace una distinción entre igualdad y equidad, dos términos que con frecuencia se utilizan indistintamente pero no debería ser así. La igualdad proporciona información sobre el grado en que los diferentes subgrupos, como el género o la discapacidad, difieren en el logro de los “resultados de la prosperidad”, como en el rendimiento académico. La igualdad es fácil de medir: por ejemplo, la diferencia entre niñas y niños en el promedio de sus puntuaciones en lectura, o las diferencias en salud entre grupos socioeconómicos, son indicadores de igualdad.
La equidad se basa en la preocupación por la justicia: ¿Son justas las diferencias entre las subpoblaciones con respecto a su acceso a los recursos escolares que causan un efecto en los resultados de lectura? La equidad puede ser difícil de medir, pero estos dos conceptos son esenciales para crear mejores políticas. Mientras la igualdad puede medir el alcance del problema, las medidas de equidad requieren políticas que aborden el problema.
Estas distinciones son críticas porque la igualdad y la equidad para subpoblaciones específicas de estudiantes nos ayudan a entender mejor su desempeño. En varias etapas a lo largo del ciclo de vida, necesitamos políticas que garanticen la equidad en la forma en que se distribuyen los recursos. Ciertos segmentos de la población pueden abandonar sus estudios o quedarse rezagados de manera desproporcionada mientras avanzan en la escuela, y un compromiso con la equidad exige estrategias que aborden esa brecha.
El marco de prosperidad garantiza que nos centraremos en la manera de fortalecer las bases del éxito en todos los niveles, de modo que forjemos un sistema educativo más equitativo. También plantea preguntas importantes: Una estrategia en particular, como reducir el número de alumnos por clase en una jurisdicción, ¿mejorará los resultados para todos los jóvenes, independientemente de su estatus socioeconómico, o solo funcionará para aquellos que necesiten apoyo adicional?
En vez de limitarse a determinar las puntuaciones de lectura de los niños pobres, los datos de seguimiento también pueden ayudarnos a registrar sus tasas de asistencia. Esa información es crítica si también queremos crear políticas basadas en objetivos realistas y medibles, para mejorar los resultados de los estudiantes y reducir las desigualdades.
Datos sobre la transición, de “aprender a leer” a “leer para aprender”
Todas las etapas del marco son importantes, pero dos de ellas merecen especial atención ya que son esenciales para desarrollar las habilidades de lectura y escritura. El primero es el ingreso a los primeros años de estudio en la escuela primaria, alrededor de los 6 años, cuando los niños son introducidos a un plan de estudios formal en el aula. La segunda va de los primeros a los últimos años de estudio en la escuela primaria, ya que implica hacer una transición, de “aprender a leer” a “leer para aprender”. Necesitamos recopilar datos de manera temprana y recopilarlos a menudo, de forma ideal cada año, con el fin de detectar problemas en los niños durante estas transiciones, antes de que estos pasen desapercibidos. Los niños ya tienen grandes discrepancias en sus habilidades, incluso antes de comenzar la educación formal. El seguimiento debe centrarse en los primeros años de estudio en la escuela primaria, cuando los niños desarrollan las habilidades de lectura y escritura que serán fundamentales para su éxito a largo plazo. Los datos sobre un pequeño conjunto de factores fundamentales, como la calidad de la educación y el tiempo de aprendizaje, pueden utilizarse para evaluar la equidad y establecer metas para mejorar la educación.
El marco también asegura que las partes interesadas mantengan un enfoque constante en el desarrollo de las “bases del éxito”. A menudo, los administradores tienen “proyectos domésticos”, que pueden basarse en buenas intenciones. Pero si confiamos en el marco, seguiremos enfocándonos en las políticas y los programas que apoyan las bases necesarias para que todos los niños prosperen.
A medida que avanzamos hacia el futuro, es momento de abandonar las conversaciones sobre políticas basadas enteramente en la clasificación de los países, y en la excesiva dependencia de las falsas afirmaciones causales que normalmente se derivan de ello. La prosperidad educativa proporciona un marco que establece una visión para mejorar todo el sistema que los estudiantes, padres, profesores, directores y administradores escolares pueden respaldar y adoptar. Cuando todos estos actores se reúnan con el único objetivo de construir bases sólidas para nuestros jóvenes, comenzaremos a ver un sistema educativo que garantice la igualdad y la equidad para todos los niños y les proporcione las herramientas necesarias para prosperar.